En un mundo que se globaliza hasta el riesgo de provocar la desaparición de numerosas culturas minoritarias, es indispensable recordar -tal y como los estados miembros se han comprometido a ello por las convenciones de la UNESCO de 2003 y 2005 en pro de la protección y promoción del patrimonio cultural inmaterial y en pro de la diversidad de las expresiones culturales- que las mismas, mientras no atenten contra los Derechos del Hombre, deben ser respetadas y podrán transmitirse en total libertad.
A semejanza de las diversas formas de caza, de pesca, de artes y prácticas agrícolas, que, en conjunto, participan de este Espíritu del Sur, el cual se fundamental en un patrimonio ancestral ampliamente compartido en las regiones de Midi, Gascoña y Provenza, y aún más allá, como es el caso de la Tauromaquia cuyo marco jurídico quedó certificado conforme a la Constitución por decisión del Consejo Constitucional de 21 de septiembre de 2012 y que, igualmente respecto de la legislación europea, constituye una excepción cultural legítima en la tradición de estas regiones.
En el nombre de todas las ciudades taurinas de Francia y de millones de ciudadanos franceses que se identifican con los valores de la cultura taurina, exigimos al Estado francés tomar en consideración este patrimonio ancestral, cuyos primeros testimonios aparecieron en las cuevas de Dordoña hace 23.000 años, y cuyas diversas manifestaciones han acompañado la historia de Francia desde su creación, y garantizar su preservación tal y como se comprometió en 2011, al quedar inscrita en el Inventario del Patrimonio Cultural Inmaterial de Francia.
París, 5 de octubre de 2016
Palacio de Luxemburgo.