Durante estas dos semanas de la feria de San Isidro en la plaza de toros de Las Ventas, Tendido 11 en colaboración con la Fundación del Toro de Lidia y Taurodelta han organizado la exposición La Tauromaquia es Ecología.
Se trata de una muestra con la que, a través de fotografías de gran formato de Gorka Apizlicueta & Arsenio Ramírez, se pone en valor la ecología en el mundo taurino recreando al mismo tiempo una dehesa en los pasillos de los bajos de los tendidos de sombra.
En la inauguración de la Exposición, Borja Cardelús, director de Fundación Toro de Lidia, explicó que “esta exposición recoge seis argumentos -que encabezan cada imagen- que vienen a decir que, aunque una persona no sea aficionada a los toros o no le gusten para nada, la Tauromaquia es un bien a defender por encima de otras consideraciones en cuanto garantía de preservación del toro bravo”.
1. Raza bovina más antigua del mundo. La documentación histórica sobre la procedencia de las ganaderías permite trazar el origen del ganado de lidia en los siglos XVI-XVIII.
2. Joya del patrimonio genético español. Analizadas las ganaderías por encastes, se observa que el grado de diferenciación genética es muy superior al que hay entre las razas bovinas europeas, por lo que la raza de lidia debería ser considerada como raza de razas.
3. Guardián de la dehesa ibérica. El toro de lidia ocupa más de 500.000 hectáreas de dehesa y es el mejor protector de la dehesa ibérica al convivir en equilibrio y armonía con la flora y fauna autóctonas.
4. Crianza sostenible. Las dehesas de toros de lidia se localizan principalmente en sierra o monte, zonas desfavorecidas de la Península Ibérica más agrestes y pobres, no aptas para el cultivo y amenazadas por la despoblación.
5. Factor de fijación rural. Las ganaderías de lidia contribuyen a aumentar la población rural en zonas deprimidas, a través de la mejora de los salarios, por la necesidad de una mano de obra fija y cualificada.
6. Patrimonio cultural material e inmaterial irreemplazable. La crianza del toro de lidia y sus usos tradicionales está declarada y protegida como Patrimonio Cultural.
Pero, además, el biólogo Miguel del Pino insistió en la “exaltación de la crianza del becerro bravo sin separación de su madre en condiciones incomparables en otro tipo de ganado”, así como “el valor añadido del toro como ‘señor de la dehesa’ desde el punto de vista ecológico-genético-histórico. Asimismo, es fundamental la capacidad del toro bravo para adaptarse a ecosistemas de poca o nula rentabilidad para otros ganados, como la sierra bravía o la salina, y la dependencia que tienen de la dehesa numerosas especies de aves que tienen su sede en los ecosistemas del toro”.
Juanma Lamet, periodista de Expansión, resaltó que «hay más de 540.000 hectáreas de dehesa ibérica dedicadas al toro bravo. ¿Esto es mucho o es poco? Es más que toda la superficie de Cantabria (532.000 hectáreas), La Rioja (504.000) o de las Islas Baleares (499.200). Una de cada siete hectáreas de dehesa de España gira en torno al toro».
Además, Lamet, añadió que «las 1.281 ganaderías de bravos mantienen 194.931 reses, casi la mitad de ellas (88.700) reproductoras, y más de 15.000 personas trabajan en las explotaciones». Y destacó que “criar un toro tiene un coste medio de producción de 4.500 euros, sin tener en cuenta el valor o arrendamiento de la finca.
Para que una ganadería cubra costes, debe cobrar sus reses de lidia a 4.800 euros, aproximadamente. Sólo unas pocas obtienen rentabilidad; el resto no sale de los números rojos. Los costes suben y los precios de venta, no. Al contrario, en muchos casos bajan. Los toros que no se venden a las plazas tienen un precio un 85% menor, de entorno a los 675 euros para toreo a puerta cerrada o unos 500 euros para el matadero”.