Reproducimos el Pregón del ganadero y directivo de la UCTL, D. Antonio Bañuelos
Esta es mi historia, y resumir 20 años de ella en apenas unos minutos no es tarea fácil. Podía haber ocurrido en cualquier otro lugar de España, pero tenia que ser aquí. Mi sangre es burgalesa y estas raíces solo me hacían sentir y soñar que este proyecto tenia que nacer y crecer en Burgos.
Y digo 20 años porque son los que he disfrutado y sufrido el proyecto, la aventura de criar y ver nacer en tierras burgalesas, mas de 3.000 becerros de raza de lidia, entre machos y hembras, lo que nos ha permitido estar presente en 200 festejos con el orgullo de acompañar siempre en los carteles, el nombre de Burgos al de la ganadería y los colores de nuestra ciudad en su divisa: rojo carmesí y marrón pardiño, por toda la geografía española, de norte a sur; y francesa, de este a oeste.
Proyectado como una empresa cualquiera, en la que se estudia un hábitat apropiado, con pastos, agua, resguardado de monte bajo natural, con equidistancia de ubicación comercial para suministrar toros a las plazas del norte: cinco de primera, veinte de segunda y doscientas de tercera, además de Francia, fuimos naciendo y creciendo.
El inicio se complicaba con la nula experiencia de criar el futuro toro de lidia a 1.000 metros de altitud, el relativo e incipiente conocimiento que yo pudiera tener y un componente indispensable para este sector. Una sólida afición al toro en el campo.
Fundamental en aquel momento, y lo recuerdo con mucho cariño, a unos modestos ganaderos, habitantes de las montañas de Ávila, que criaban vacas de carne, de raza avileña. Hombres que se habían transmitido, de padres a hijos, los secretos de la aclimatación de los bovinos avileños, sus épocas de cubrición, la alimentación, los resguardos naturales, la paridera y todo lo necesario, para criar una carne muy cotizada en toda España.
Nunca supe ni como se llamaban, ni tampoco supieron nada de mí, pero la unión que se produce cuando las personas trabajamos ante situaciones adversas, me marcó la hoja de ruta a seguir.
Fusionar todo esto con la idea clara y meditada de aclimatar el toro de lidia a una nueva altitud y a una orografía quebrada, a unos nuevos pastos, marcaban por el año 1994 el inicio, el nacimiento del primer macho de lidia nacido en burgos y que por supuesto se le bautizó con el nombre de «Campeador “
El 20 de junio del año anterior empezaron a desembarcar en la finca «La Cabañuela», en el Páramo de Masa, las primeras vacas del lote de cien, que fueron el inicio, la primera materia, con 25 vacas viejas del hierro, ya entonces desaparecido de “Ibarra», que pastaban en las tierras de Medina Sidonia (Cádiz), dentro de la ganadería de Torrealta.
Estas 25 vacas, que tenían entre 10 y 15 años, estaban destinadas a ser las madres de los primeros sementales, junto a 75 añojas, que fueron posteriormente llegando y dando vida generacional de sangre brava a la provincia de Burgos.
Se calculó que llegaran en primavera, para que tuvieran dos épocas de hierba fresca, la del sur, lógicamente mas temprana, y la de Burgos, que bien conocemos, tardía y fresquita.
Estas 25 vacas fueron muy importantes en el comportamiento de las futuras reses a lidiar, ya que si lográbamos mantener la calidad y hechuras de su origen y aportábamos los beneficios de nacer y vivir a esta altitud, que supone un mayor rendimiento de su capacidad torácica en momentos de esfuerzo y el endurecimiento muscular, que obliga el hecho de pastar mas de cuatro años en cercados quebrados, habríamos logrado ayudar al toro en el último tercio de la lidia , cuando la muleta baja le obliga a una embestida larga y profunda y por tanto a un mayor esfuerzo.
Empezar de cero, es como hacer camino al andar, y es lo que seguimos haciendo después de 20 años, en los que el día a día nos enseña que se puede conocer pero no dominar, «el misterio de la cría del toro de lidia».
Se diseñaron veinte cercados, que completaran proporcionalmente extensión de pasto fino, fresco y con calidad, con zonas de monte bajo para abrigo natural, en los meses de duro y largo invierno, donde nunca tiene que faltar el agua natural y limpia, proveniente de abundantes manantiales y nieves primaverales. Rodeados de un circuito con desniveles y quebrado para realizar la gimnasia previa a la lidia. Llamado corredero.
También aprendimos lo que tenían que comer. Fundamental la composición de la dieta alimenticia, acorde con las necesidades que la climatología exige, diferente en invierno, donde el frío absorbe la grasa del toro, y la del verano, donde acompañan los ricos pastos. Complejas y completas composiciones donde la energía y la proteína buscan un equilibrio con una finalidad futura: “crear un atleta“, que después de cuatro años irá a una plaza de toros para realizar un esfuerzo con movilidad, que será mas intenso cuanto mas bravura lleve dentro.
Y he pronunciado la palabra bravura y este es el objetivo de cualquier ganadería: las labores de campo básicas sobre las que se trabaja en la cría del toro de lidia son: La selección, la alimentación, la sanidad y el manejo, trabajos que necesitan del rigor y continuidad, aunque esto no garantice el comportamiento deseado durante la lidia, ni el éxito final.
Mismo padre y misma madre no siempre dan productos con los mismos comportamientos y aptitudes, teniendo en cuenta además, que en una camada nace macho y en otro año nace hembra. La genética da saltos, no es exacta y, quizás, ahí encierra gran parte de “la pasión de seleccionar bravura“ ya que este comportamiento no es ni manipulable, ni clonable, en un animal único muy fuerte pero muy delicado.
Son vasos de sangre en continua ebullición, que se alteran por cualquier situación nueva, y mantienen peleas por los territorios, por el dominio de su hábitat, por decidir en definitiva quién es el macho alfa de cada cercado. Importante evitar las cercanías y los contactos, mas por su memoria que por su conocida peligrosidad, ya que posteriormente todo lo miden ante los capotes y muletas, que verán exclusivamente el día de su lidia en la plaza.
La selección es labor intuitiva y rigurosa, y corresponde al ganadero, que tanto en las hembras como en los sementales, tiene que definir en los tentaderos los parámetros del concepto bravura, valorando mas de veinte comportamientos, tales como la nobleza, transmisión, recorrido, calidad, galope, humillación, movilidad, codicia, fijeza…
Tan importante es la hembra en su aportación a la bravura, como el semental, teniendo en cuenta que éste transmite sus hechuras y su comportamiento, a un grupo de cuarenta vacas cada camada y la hembra, de uno en uno, y cada dos años ya que lógicamente no todos los productos son machos.
Más de 1.000 vacas hemos tentado en la vida de esta ganadería, con prácticamente todos los toreros del escalafón, y tengo por costumbre preguntarle siempre al torero su apreciación, ya que nadie mejor que quien cruza su mirada con la mirada del toro, a unos centímetros, entiende de sus comportamientos y de sus intenciones.
Tratamos de criar un toro que reuniendo las exigencias señaladas, mantenga una embestida templada, que humille para permitir la quietud del torero, bajo de manos para que de frente se descubra la cruz y detrás, se vea la penca del rabo.
Así el toro meterá la cara y podrá hacer con el hocico, un surco en la arena. Cuello largo, para facilitar el embroque, los pitones no deben ser abiertos para que su cabeza quepa en los vuelos de la muleta.
Resumiendo, crear plasticidad y transmitir emoción a los tendidos para un espectáculo único, lleno de riesgo, que ofrecen el hombre y el toro.
Cuando el conjunto de la faena artística del torero y la perfección del comportamiento del toro se unen, puede producirse el indulto, figura contemplada en el Reglamento de espectáculos taurinos, donde el aficionado o simplemente espectador, participa de forma decisiva en la aportación a la cabaña brava de la mejor sangre de lidia que se pueda seleccionar, que es la del toro indultado.
Y digo que es la mejor, porque la valoración del comportamiento de un toro de más de cuatro años en la plaza, es muy superior a la que el ganadero puede apreciar en las labores de campo, cuando se tienta para elegir semental, a los dos años de edad.
Cuanto más joven, tienen mayor facilidad para embestir, menos peso, menos memoria y menos motivos que puedan distraerlo. El toro indultado en la plaza tiene que mover alrededor de 500 kg, esta viendo por primera vez colores y personas que nunca había visto, olores, espectadores en los tendidos, capotes en el ruedo… Son muchos motivos para dejar de embestir.
El día dos de junio de 1999 en la plaza de toros «El Plantío» de Burgos, tras petición masiva del público, el torero Enrique Ponce, indultó a «Gamarro» en reconocimiento a la nobleza y bravura demostrada a lo largo de su lidia. Fue un antes y un después en la historia de ésta ganadería, ya que generó una gran expectación sobre este hierro burgalés, dándonos la oportunidad de ser solicitados por empresarios y figuras del toreo.
En ese momento fuimos conscientes de dos cosas: una, que empezábamos por el final ya que un indulto, hay muchas ganaderías que nunca lo han tenido, pues aproximadamente se indulta uno de cada 800 toros que se lidian; y otra, que teníamos una reserva de bravura que nos obligaba a trabajar y seleccionar con mucho mas rigor.
Con el paso de los años llegaron cuatro toros mas, indultados en diferentes plazas: “Retalero”, “Zurcido”, “Derrotado” y “Desafiador”. Cinco indultados convertidos en sementales, que nos han marcado el comportamiento de los toros que hemos lidiado y nos han acreditado como una ganadería con regularidad, resultado este muy difícil de conseguir.
En estos 20 años hemos logrado momentos de ánimo y también de desánimo, en un oficio difícil y muchas veces muy ingrato. Desde el principio se acuñó el nombre de «los toros del frío«, que ha significado como una “denominación de origen“ de producto burgalés, que ha traspasado el interés del sector puramente taurino y del aficionado.
Hemerotecas de Sudamérica, Portugal, Francia y lógicamente España, han dado por valida y consolidada la aclimatación del toro de lidia a esta altitud burgalesa. Todo un orgullo el poderlo compartir hoy en este pregón.
Quiero agradecer a todas las corporaciones municipales de la ciudad de Burgos, que han pasado a lo largo de estos años y que de forma decidida y unánime han defendido, protegido y promocionado a toros y toreros originarios de ésta tierra.
Nada ocurre en una camada en el día a día que no intervenga y aporte su conocimiento el mayoral, verdadero conocedor de cada toro y cada vaca. Sin su figura no existiría continuidad en el tiempo y nada de lo que he contado hasta aquí hubiera ocurrido. Mi agradecimiento y mi reconocimiento.
Quiero despedirme dedicando este pregón, a las personas que con mucho cariño y desinteresadamente estuvieron apoyándome desde el momento más difícil hasta que, desgraciadamente, ya no pudieron seguirme. Y hoy los recuerdo. Va por ellos.