El diario ABC dedica hoy uno de sus editoriales a poner de manifiesto el vigor de la Fiesta y a defenderla, tras la celebración ayer de una de las fechas más importantes del calendario taurino: el Domingo de Resurrección.
Reproducimos íntegro el editorial:
«Puerta grande para la Fiesta
Pese a que fueron las ferias de la Magdalena y de Fallas -en Castellón y Valencia, respectivamente- las que este año volvieron a abrir la temporada taurina tras el parón estacional del invierno, fue la jornada de ayer, un Domingo de Resurrección celebrado de forma transversal en las primeras plazas del territorio español, la que sirvió para escenificar el tirón de la fiesta de los toros y poner de manifiesto las dimensiones, no sólo artísticas, de una de las principales industrias nacionales del ocio, capaz de movilizar a millones de espectadores, dinamizar la economía española y, no menos importante, vertebrar a una sociedad que, sometida al impacto de la globalización cultural que fluye a alta velocidad por las redes tecnológicas, sigue teniendo en los toros un elemento de cohesión. Más de medio millón de familias vive de un sector que genera alrededor del 1,5 por ciento del PIB nacional y que, frente a los ataques de determinados colectivos animalistas, representa una garantía para la conservación ecológica de las dehesas donde se crían las reses bravas, un espacio natural estimado en 500.000 hectáreas. Más allá del éxito alcanzado ayer por José Tomás en Málaga, donde cortó tres orejas, el Domingo de Resurrección representa la grandeza de una manifestación popular que no puede abarcarse desde puntos de vista sesgados, aún menos desde el sectarismo de quienes combaten la Fiesta desde un antiespañolismo radical e insensato.
La fiesta de los toros es un cartel de Pascua en el que sobresalen los nombres de El Cid, Enrique Ponce, Morante de la Puebla o José Tomás, animadores de un curso taurino marcado por la saludable rivalidad de las primeras figuras del escalafón, pero, sobre todo, un delicado elemento cultural, social y económico que merece la pena cuidar, o al menos dejar de lesionar desde la Administración. La ofensiva protagonizada en los últimos años por el catalanismo radical contra el mundo del toro, secundada de forma irresponsable por la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, y materializada ya en la desprogramación taurina de TVE -emisora estatal que no ofreció ni una sola corrida a lo largo del año pasado, desvinculando al aficionado y privando a la América taurina de lo que sucede en nuestras plazas- no ha hecho mella en un espectáculo que sigue creciendo, incluso en escenarios pretendidamente hostiles, como Barcelona. El sur de Francia y el norte de España registran en las últimas temporadas el auge de una fiesta convertida en objetivo equivocado de quienes tratan de combatir cualquier expresión de españolidad y evitan la mirada -amplia- que exige un espectáculo de auténtica puerta grande y que mezcla ocio, negocio, naturaleza, pasión y cultura.»
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