Ayer tarde en tu querida Feria del Toro, ya en su X edición, y parece que fue ayer cuando llegabas a casa con la ilusión del proyecto que un grupo de ganaderos estábais gestando y que felizmente se llevó a cabo en la primavera de 1998, te han dado un merecido homenaje. Casualidades de la vida ha hecho coincidir tu homenaje con el 50 aniversario del debut de Curro en La Maestranza y con la entrega a Espartaco del premio a toda una vida como torero. ¡Vaya cartel! Algarra, Romero y Espartaco.
Cuando volvimos a pisar el albero de esa pequeña plaza de toros, los recuerdos de hace cuatro años, cuando homenajearon a la familia y a tu ganadería, -porque tú personalmente no querías homenajes-, se nos agolparon en nuestra mente. Recordábamos tu cara de alegría y satisfacción y tu nerviosismo. Querías que aquello fuera rápido y sencillo y pasar desapercibido. No te gustaba figurar. Solo querías que se hablara de tus toros.
Pero ayer fue distinto, ayer tú no estabas físicamente pero sí espiritualmente, porque nos dimos cuenta que tu amor y pasión por el toro nos la habías trasmitido a toda la familia, desde el primero al último. Sentimos tu fuerza a nuestro lado y con orgullo y satisfacción levantamos la mirada hacia el cielo y te brindamos la faena. Vimos como tú nos sonreías y nos devolvías la montera, llena de agradecimiento para todos los que estaban allí.
Han sido unos días inolvidables, emotivos pero alegres a la vez, rodeados de tu gente, la gente del campo y del toro, esa gente que continuamente demuestra ese espíritu de superación que siempre les ha caracterizado, a pesar de las trabas y dificultades, que no son pocas. Esa gente que está a tu lado para lo bueno y para lo malo.
Bueno, querido padre, cumplo con tu encargo celestial, dar las gracias a todos por el cariño que ayer nos demostraron en ese merecido homenaje a tu persona.
ROCÍO ALGARRA CREHUET (ABC -Ed. Sevilla-, 9 de febrero de 2008).