Los medios de comunicación se han ocupado también de la semblanza de Chopera, cuyo calado en el mundo taurino queda fuera de toda duda tras lo visto estos días en lo publicado por distintos medios de prensa escrita. A continuación vamos a reproducir parte de la información publicada:
Ignacio Álvarez Vara “Barquerito” (El Correo Vasco): «En Manolo Chopera coincidieron de muy peculiar manera tres singulares facetas: una personalidad muy marcada, fuerte y positiva, bien envuelta en su generosa estatura de casi metro noventa; un espíritu de emprendedor y trabajador realmente fuera de lo común; y, en fin, un aficionado taurino de exquisita sensibilidad. Estas dos últimas notas de carácter, las de empresario taurino y aficionado de fondo a la vez, le vinieron dadas de cuna».
Carlos Crivell (El Mundo): «El trabajo y un espíritu ambicioso lograron llevarle a la cabeza de los empresarios. Fue el más grande. Antes de morir, cuando ya una enfermedad degenerativa le había retirado del circuito taurino, pudo ver sus dos grandes obras ya rematadas. El coso de Illumbe en San Sebastián y la plaza de Logroño, ambos con cubiertas, lo que deja en claro que además era un taurino con visión de futuro».
José Luis Merino (El País): «Con la muerte ayer en San Sebastián, a los 75 años, del empresario donostiarra Manuel Martínez Flamarique -más conocido como Manolo Chopera-, se va una de las personas más influyentes en el planeta de los toros en los últimos 50 años. En su labor profesional recorrió todos los eslabones de la fiesta brava. Fue empresario, apoderado de un sinfín de toreros, gestor y asesor de plazas de primera categoría. Los muchos años que estuvo de empresario de la plaza de Las Ventas de Madrid marcan probablemente una de las épocas más esplendorosas del ciclo isidril”.
Vicente Zabala de la Serna (Abc): «El tiempo, que todo lo vence, ha arrastrado toda la corpulenta humanidad de Manolo Chopera, capítulo imprescindible en la historia de la Tauromaquia del siglo XX, empresario sabio y universal. Chopera dominó la Fiesta, mandó y creó a este y al otro lado del Atlántico. No hubo rincón que se resistiera a su poder ni plaza donde la afición no creciese bajo su mano de hombre del Norte. Desde Hispanoamérica a Francia extendió sus dominios; el gobierno de Madrid en los ochenta fue su cenit. Desde 1981 a finales de la década multiplicó, como los panes y los peces del milagro evangélico, el número de abonados, desde los cuatro mil, números inexactos, a los dieciocho mil. Las cifras hablan con claridad de su gestión al frente de Las Ventas; aquello no fue un camino de rosas».
Juan Posada (La Razón): «Manolo Chopera, al que conocí cuando yo era un crío y él un adolescente, fue el prototipo de empresario, en este caso, taurino. Diligente, serio y, sobre todo, cumplidor, creó la escuela moderna del empresariado torero. Su palabra, mejor que un contrato, basamiento del gran prestigio que gozó, Hasta muerto, disfruta; la mejor herencia para sus hijos. Se fue Manolo, «El Vasco Grande», el hombre serio, sincero y afable. Los auténticos taurinos lo recordarán siempre. Se lo merece».
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