A la vista de cómo se estaba desarrollando la temporada presente, San Isidro 2002 suponía una reválida para la cabaña brava. Centradas, pues, todas las miradas en la isidrada, lo que arrojan las cifras es que estamos ante una feria con una cuenta de resultados óptima. Sólo doce reses han sido devueltas (11 toros y un novillo), lo que indica que los encierros lidiados se han caracterizado por tener mayor condición física que en años anteriores. Este dato resulta revelador cuando la plaza de Madrid registra condicionantes tales como la Venta del Batán, donde muchos toros reseñados se lastiman.
En otro orden. San Isidro 2002, en resultados por reses, muestra como el porcentaje de cuatreños aplaudidos (sin incluir los que fueron premiados con la vuelta al ruedo) duplica casi al de cuatreños protestados. Sobresaliente resulta esa comparación en el caso de los utreros lidiados: un 58 por ciento de novillos aplaudidos, mientras ninguno fue protestado al arrastre. Este dato viene ya siendo habitual en ferias anteriores, aunque no por repetido desmerece la pena subrayarlo, pues las novilladas son el termómetro más aproximado de lo que será un año después el discurrir de la camada de cuatreños.
Ante estos registros, los números totales dicen que diez corridas de toros, dos de rejones y dos con picadores han sido lidiadas completas, es decir, aproximadamente el 50 por ciento de los encierros. De las 186 reses, que salieron por la puerta de toriles, descontando doce devoluciones, tres fueron premiadas con la vuelta al ruedo y 51 aplaudidas. Diecisiete reses fueron desorejadas (diez en corridas de toros, cuatro en las de rejones y tres en novilladas) tres por partida doble, lo que sumado a las catorce orejas, resulta un total de veinte trofeos cortados, cuyo porcentaje es de 5,7 orejas en 174 lidiados y estoqueados. Así pues la reválida de San Isidro, en el aspecto ganadero, ha sido superada con buena nota. Si los computamos junto a los buenos resultados obtenidos en las ferias de finales mayo y principios de junio, a saber, Nimes (Francia), Jerez y Granada, reúnen un conjunto esperanzador, a falta de que discurra el gran volumen de la temporada.
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